• Vie. Mar 14th, 2025

Opinión de invitada: Cuando los derechos humanos se convierten en un arma: Los riesgos de la política exterior de Estados Unidos

Poradmin

Mar 14, 2025

Escrito por Hua Gesheng Para muchos europeos, la Conferencia sobre Seguridad en Múnich en mes pasado fue el momento de la verdad, pues reveló la verdadera naturaleza de la política exterior de Estados Unidos. El vicepresidente de Estados Unidos, JD Vance, lanzó un punzante ataque contra Europa durante la reunión global anual, y contra países como Alemania, Reino Unido, Suecia y Rumania por la manera en la que manejan la democracia y los derechos humanos. El ataque de Vance contra Europa provocó la reacción de los líderes europeos. El canciller alemán, Olaf Scholz, rechazó firmemente la intrusión de Washington y dijo: «No aceptaremos que países ajenos se entrometan en nuestros procesos democráticos y opinión pública». El ministro de Relaciones Exteriores de Francia, Jean-Noel Barrot, dijo en redes sociales: «Ningún país está obligado a adoptar el modelo de ningún otro, y ningún país puede tampoco imponer su propio modelo a Europa». El sermón de Washington, aunque inusual para Europa, no es nada nuevo. Durante décadas, Estados Unidos ha estado abusando de los conceptos de democracia y derechos humanos con fines políticos, sobre todo en contra de países que no siguen la línea de Estados Unidos en términos ideológicos o estratégicos. Históricamente, este enfoque ha estado dirigido contra países como China y Rusia. Ahora, los aliados de Estados Unidos se encuentran en la mira. UNA DOBLE MORAL ¿Es Estados Unidos en verdad un defensor de la democracia y los derechos humanos? Su realidad interna y sus operaciones en el extranjero apuntan a un rotundo no. Si Washington estuviera realmente comprometido con los principios, no habría permitido la discriminación sistémica de sus propios ciudadanos, sobre todo de los afroestadounidenses, latinos, estadounidenses de origen asiático y otros grupos minoritarios. Y tampoco hubiera permitido que la crisis de la violencia armada quedara desatendida y persistiera, pues daña el derecho humano más fundamental: el derecho a la vida. Mientras todos estos problemas se agudizan en su propio patio trasero, Estados Unidos ha estado ocupado generando problemas en otras partes del mundo. Sus operaciones militares en el extranjero han causado la muerte y desplazado a millones de civiles inocentes. Además, sus medidas coercitivas y unilaterales contra países como Cuba han debilitado los medios de vida de la población local, negando derechos humanos básicos como el acceso a medicinas y alimentos. Más recientemente, su flagrante menosprecio por los derechos fundamentales de ciudadanos brasileños deportados como migrantes indocumentados, deja al descubierto una vez más su doble moral en temas de derechos humanos. Este marcado contraste entre retórica y comportamiento genera grave preocupación por el verdadero rostro detrás de la máscara de Estados Unidos. LA MOTIVACIÓN VERDADERA Si los derechos humanos no son más que pretextos, ¿cuál es el objetivo verdadero de Estados Unidos? Existen dos puntos que significan mucho para la administración estadounidense. Primero, la base política nacional. Aunque estuvo dirigido contra Europa, el discurso de Vance tuvo como fin reforzar el apoyo popular de la administración Trump en el país. Su énfasis en la libertad de expresión y en la política de inmigración satisfizo a los principales simpatizantes del Gobierno. Fue una herramienta para unir a la base y responder a una creciente oposición al interior del país. Segundo, la hegemonía mundial. Estados Unidos está muy interesado en mantener su dominio mundial. No tolerará a nadie que parezca un desafío para Estados Unidos en los asuntos internacionales. Las críticas de la administración Trump hacia Europa, planteadas como una defensa de la democracia, son de hecho un intento por presionar a las naciones europeas para que alineen su política con los intereses estratégicos estadounidenses, sobre todo en seguridad, economía y arquitectura global. Este mismo temor a perder su dominio ha estado impulsando los ataques de Estados Unidos contra China. La notablemente similar retórica empleada contra aliados y contra otros destaca que estas críticas tienen que ver menos con principios y más con maniobras geopolíticas. RIESGOS ELEVADOS Utilizar los derechos humanos como herramienta política constituye un grave riesgo y socava los valores fundamentales y principios básicos de la humanidad. La democracia y los derechos humanos deben ser derechos fundamentales a los que toda nación y todo ciudadano tienen derecho. Sin embargo, cuando son manipulados como herramientas para alcanzar intereses nacionales específicos, pierden su autoridad moral y su credibilidad. Este enfoque también daña las relaciones internacionales. Convertir la democracia y los derechos humanos en armas puede generar tensiones diplomáticas y profundizar divisiones. Cuando las naciones perciben estos valores como herramientas de intervención extranjera, el resentimiento crece. Esto podría, potencialmente, escalar los conflictos y poner en peligro la cooperación en problemas mundiales apremiantes, lo cual agrava aún más el ya turbulento panorama internacional. Cuando los países se reúnan para la sesión 58° del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas (CDHNU), deben estar atentos a la posible explotación de este importante foro con el fin de obtener una ganancia política. El reciente anuncio de Estados Unidos de que se retiraría de nuevo del CDHNU ya ha proyectado una sombra sobre el consejo. Si la agencia se convierte en una plataforma para abusar de la doble moral y las posturas geopolíticas, corre el riesgo de perder su credibilidad y efectividad en el impulso a los derechos humanos mundiales. Los derechos humanos deben ser entendidos en el contexto de la realidad histórica, cultural y social individual de cada país. No existe un solo modelo que sea aplicable de manera universal, y ninguna nación tiene la autoridad para dictar políticas a otros. Por el contrario, la comunidad global debe dar prioridad al diálogo constructivo y al respeto mutuo por sobre la coerción y la confrontación ideológica. Como institución clave de la ONU, el consejo debe ser un foro para el diálogo auténtico, no un mecanismo para las ambiciones hegemónicas. Con el fin de establecer un marco internacional de derechos humanos justo, equitativo e inclusivo, el verdadero multilateralismo es esencial. Las naciones deben participar en intercambios equitativos y significativos, dejando de lado los prejuicios políticos con el fin de alentar un enfoque más efectivo y cooperativo hacia los derechos humanos a nivel global. El futuro del marco internacional de los derechos humanos depende del diálogo, no de la división; radica en la cooperación, no en la coerción. Los derechos humanos no son un arma, sino una cinta. Las armas atacan, las cintas unen. Sólo por medio de la unidad podremos realmente hacer una diferencia. Fin Nota del editor: Hua Gesheng es comentarista sobre asuntos internacionales y multilaterales, escribe regularmente para la Agencia de Noticias Xinhua, Global Times, el Diario de China, CGTN, etc. Se puede poner en contacto con ella en gesheng1213@gmail.com. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad de la autora y no necesariamente reflejan la postura de la Agencia de Noticias Xinhua.

Por admin

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *