BUENOS AIRES, 17 mar (Xinhua) – En el marco del debate interno en Argentina sobre el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), analistas del país plantean interrogantes en torno al ritmo de la devaluación del peso (moneda local), la vigencia del control cambiario y la gestión de los desembolsos una vez acordado el nuevo programa. El Gobierno argentino envió recientemente al Congreso del país un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) con algunos detalles del acuerdo, que será debatido principalmente en la Cámara de Diputados (cámara baja) el próximo miércoles. En ese sentido, economistas destacan incógnitas relacionadas con el ritmo de devaluación actual, conocido como «crawling peg» («ajuste gradual del tipo de cambio») fijado en un 1 por ciento mensual, por debajo de la inflación. También señalan dudas sobre la «rigidez cambiaria» y la capacidad de aumentar las reservas internacionales. El economista Gustavo Reyes de la Fundación Mediterránea, citado por el medio local «Ámbito», sostuvo recientemente que desde el mercado «muchos ven que Argentina está cara y mirando el escenario externo, dudan sobre la sostenibilidad del dólar (crawling) al 1 por ciento mensual». A la «rigidez cambiaria», que podría afectar comercial y financieramente a Argentina cuando se levanten las restricciones cambiarias, se suman interrogantes sobre uso de desembolso del FMI, una vez depositado en las arcas del Banco Central de la República Argentina (BCRA). En diálogo con Xinhua, el economista Horacio Rovelli expresó inquietudes sobre el uso de estos fondos, estimados en aproximadamente 20.000 millones de dólares. «Está previsto que los desembolsos del FMI se destinen al pago de deuda con el organismo y a la cancelación de deuda del Tesoro con el Banco Central», explicó el analista senior asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE). No obstante, advirtió que «si los dólares del nuevo programa quedan en las arcas del Banco Central, la entidad podría utilizarlos para frenar la creciente demanda de divisas, lo que podría derivar en una fuga de capitales y un incremento de la deuda externa», reflexionó el también profesor de Política Económica en la Universidad de Buenos Aires. En contraste, el analista Salvador Di Stefano señaló que el acuerdo con el FMI implicaría un desembolso inicial superior a los 15.000 millones de dólares, que se realizaría en varias etapas. «El FMI no quiere poner dólares y que se los lleve el mercado, por lo que los desembolsos serán parciales y sujetos a monitoreos trimestrales», indicó en declaraciones al diario Infobae. «Esto quiere decir que la salida del cepo no será inmediata», agregó. Por su parte, la consultora financiera Grupo IEB sostuvo en un informe que, aunque la proximidad de un acuerdo con el FMI es «fundamental para calmar la ansiedad con respecto a las reservas y la situación del sector externo, el trabajo no se daría por concluido, y las reservas deberán revertir el goteo que viene dándose desde principios de año de cara a la salida del cepo, manteniendo las anclas del programa intactas». Otra de las preocupaciones entre los analistas es el nivel de endeudamiento de Argentina, no solo con organismos como el FMI, sino también con el mercado interno. En particular, la mayor demanda de divisas para afrontar la deuda externa, combinada con la apreciación cambiaria y la carga impositiva sobre la industria local, pone el foco en el sector agroexportador como motor clave de la economía, de acuerdo con Rovelli. «La deuda externa, la extranjerización y concentración económica imponen una matriz extractivista, agropecuaria exportadora, razón por la cual no se desarrollan industrias que sustituyen importaciones, no se genera trabajo y no se integra a la sociedad», apuntó. Como resultado, Argentina enfrenta problemas estructurales propios de una economía dependiente de las exportaciones primarias, con cada vez menos actores industriales capaces de competir en un mundo con exigencias crecientes, concluyó el analista. Fin