SANTIAGO, 17 dic (Xinhua) — Latinoamérica y el Caribe crecerán un 2,4 por ciento en 2025 y un 2,3 por ciento el año siguiente, con lo que la región mantendrá la senda de baja actividad en los últimos años, debido al debilitamiento del consumo, la demanda externa y el empleo, informó la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). El organismo de las Naciones Unidas presentó el martes su informe anual «Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe 2025», en el que indicó que la zona perderá fuerza el próximo año por el retroceso del consumo privado, que ha representado más de la mitad del crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) regional en los últimos años. El secretario ejecutivo de la CEPAL, José Manuel Salazar-Xirinachs, dijo a Xinhua que se vislumbra una «desaceleración del comercio mundial», a causa de una menor tasa de crecimiento de los principales socios comerciales de los países latinoamericanos y caribeños. «Eso va a impactar o reducir la demanda de productos exportados por la región, en particular de materias primas, con el riesgo de afectar los precios de productos primarios, como el cobre», señaló el alto funcionario. Sin embargo, frente a un panorama económico menos favorable, aseguró que «tenemos que estar conscientes de que la región tiene muchos activos para hacer negocios con el mundo y para mejorar la calidad de nuestra inserción internacional». «Tenemos minerales críticos que están en el centro de la demanda mundial por la revolución tecnológica e industrial de las grandes potencias, tenemos biodiversidad, producción agrícola para la seguridad alimentaria, grandes reservas de agua, aunque también tenemos capacidades productivas, cadenas de suministro de clase mundial, dispositivos médicos, industria aeroespacial y automotriz», destacó Salazar-Xirinachs. De acuerdo con el experto, los países latinoamericanos y caribeños poseen grandes oportunidades para crecer, desarrollarse, mejorar el empleo y potenciar sus mercados, pero «esto no va a pasar automáticamente, sino que se requieren políticas de desarrollo productivo, estrategias, colaboración público-privada, sobre todo en este ambiente económico y político». En relación con el contexto económico de este año, el secretario ejecutivo afirmó que las intervenciones al modelo global del comercio y las finanzas, las disputas arancelarias, entre otros factores, elevaron los niveles de incertidumbre en el mundo. En esa línea, sostuvo que «lo que hizo más daño en el tema arancelario fue la incertidumbre y el cambio de reglas y políticas»; no obstante, dijo, podría haber cierta estabilización después de las negociaciones impulsadas por los países afectados por las tarifas impuestas por Estados Unidos y el respeto a los acuerdos comerciales vigentes. Por otra parte, el informe reportó para 2025 diferencias en las trayectorias de la actividad económica a nivel subregional, donde América del Sur crecería 2,9 por ciento, motivada por la recuperación de Argentina, Bolivia y Ecuador, tras contracciones en 2024. En tanto, Centroamérica registraría una expansión de 2,6 por ciento, afectada por el debilitamiento de la demanda de Estados Unidos, mientras que para 2026 se espera una mejora, aunque persisten vulnerabilidades vinculadas al comercio, las remesas, el acceso a financiamiento y la exposición al cambio climático. Para el Caribe se prevé un crecimiento de 5,5 por ciento en 2025 y de 8,2 por ciento en 2026, apuntalado por el importante crecimiento de la actividad petrolera en Guyana, y apoyado por la normalización del turismo y un mejor desempeño de la construcción. El informe sugirió que el crecimiento del empleo también perderá impulso, al tiempo que la inflación regional superaría las estimaciones, aunque por debajo de los niveles observados durante los choques inflacionarios de 2021-2022, y en torno a los valores objetivos de los bancos centrales en la región. El documento advirtió que el escenario de 2026 estará condicionado por múltiples riesgos externos e internos, con lo que el crecimiento regional estará supeditado a las dinámicas globales, en especial de sus principales socios comerciales. De igual forma, influirá la postura de la política monetaria de Estados Unidos, así como los posibles cambios en la política económica y comercial del país norteamericano, junto con la incertidumbre en los mercados financieros internacionales y la posible volatilidad de los flujos de financiamiento externo, incluida la inversión extranjera directa y las remesas. En el frente interno, el crecimiento del PIB se puede ver afectado por el desempeño de los mercados laborales y su impacto sobre el ingreso de los hogares y, por ende, sobre el consumo. Asimismo, existe en la región una vulnerabilidad estructural frente a desastres naturales y por las presiones que se puedan derivar del peso de los recursos destinados al servicio de la deuda. De manera adicional, la velocidad de reducción de la tasa de inflación, y de la flexibilización de la política monetaria, serán determinantes en la evolución del consumo y de la inversión. Ante ese panorama, la CEPAL subraya la urgencia de fortalecer y ampliar el espacio de la política macroeconómica. En un entorno global transformado por la fragmentación económica, el cambio climático, los cambios demográficos y la acelerada revolución tecnológica, los países necesitan marcos de política capaces de reducir vulnerabilidades y, al mismo tiempo, movilizar recursos para la transformación productiva, concluyó el organismo internacional. Fin
