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ESPECIAL: Inflación golpea consumo de carne en Argentina pero su tradición resiste

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Sep 10, 2024
BUENOS AIRES, 9 sep (Xinhua) — Argentina, reconocida por su tradición en el consumo de carne vacuna, experimentó una baja en la demanda durante la primera mitad de 2024, debido a factores como la inflación que ha afectado la capacidad adquisitiva en los hogares, aunque el país continúa con uno de los mayores niveles de ingesta per cápita a nivel mundial, según los datos más recientes. La combinación de fenómenos como la devaluación a fines del año pasado, los precios récord del primer trimestre y la contracción monetaria, han provocado una caída general en el consumo, incluida la carne. Pero esta disminución, sin embargo, no afecta de igual manera a todos los eslabones de la cadena de la carne vacuna, al ser los minoristas los que parecen estar más impactados. De acuerdo con entidades como la Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina, el consumo aparente de carne vacuna habría caído en los primeros siete meses de 2024 a su nivel más bajo de los últimos 26 años, con una ingesta aproximada de 45,6 kilos por habitante, ubicándose 15,1 por ciento por debajo del promedio de enero-julio de 2023. Otras entidades como el Instituto de la Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA) estiman un consumo promedio de alrededor de 50 kilos per cápita en el mismo período y atribuyen parte de este descenso a razones de oferta, derivadas de las muy diferentes condiciones climáticas reportadas en 2023 y 2024. Desde la institución no se desdeña la situación económica actual como una de las causas de la pérdida del poder adquisitivo en los últimos meses. «Desde el IPCVA notamos que el poder adquisitivo después de diciembre de 2023 comienza a deteriorarse y muchísimo, llegando a caer casi un 30 por ciento», explicó a Xinhua la integrante del Departamento de Promoción Interna, Eugenia Ana Brusca. Sostuvo que «obviamente» la caída de la capacidad de compra influye en todos los bienes de la economía y «lo vemos muy bien en esta retracción económica que venimos sufriendo hace siete meses». «Notamos una disminución en la composición de la carne vacuna dentro de la canasta proteica cárnica, que es la cantidad de proteína cárnica que come el argentino, que aproximadamente son 120 kilos por habitante por año», consideró Brusca. Comentó, no obstante, que al tener en cuenta que el 50 por ciento de la población argentina está por debajo de la línea de pobreza, se trata de «un número muy bueno», porque al argentino «no le falta proteína cárnica». Según el IPCVA, la caída en el consumo también se explicaría por las condiciones climáticas, ya que 2023 registró una de las peores sequías en la historia del país sudamericano. Lo anterior obligó a los productores a liquidar sus animales, acelerar la faena e incrementar la producción ganadera, con un impacto mayor en la oferta y los precios, frente a un 2024 sin sequía y con volúmenes de oferta más moderados. «Esa situación generó también que en 2023 en Argentina existiera una oferta de carne que satisfacía o más que satisfacía el mercado interno, llegando aproximadamente a un promedio interanual de consumo de 56-57 kilos por habitante por año», expresó Brusca, quien agregó que las exportaciones durante ese período ayudaron también a mantener los precios. La entidad estima que en los primeros siete meses del año, los despachos de carne argentina al exterior crecieron alrededor de 9 por ciento, en comparación con el mismo período de 2023. Respecto al mercado interno, el IPCVA considera que la realidad está marcada por el aumento de costos, en especial en tarifas, salarios y no convalidación de precios, mientras que la perspectiva es que las pérdidas reportadas puedan resarcirse en los próximos meses. Desde el Mercado Agroganadero de Buenos Aires, un lugar de referencia para los precios de la hacienda gorda en Argentina y desde donde se distribuye a distintos abastecedores como frigoríficos o supermercados, aseguran que los precios y los volúmenes de venta de ganado en pie se mantienen sin mayores fluctuaciones desde hace varios meses, aunque la realidad pueda ser distinta para minoristas. «Los volúmenes de venta se han mantenido. Hay períodos del año estacionales en los que se vende más una categoría que otra y también depende muchas veces de cuestiones climáticas que aceleran o retrasan un poco las ventas», aseveró el director del Mercado Agroganadero, Juan Santillán. «La caída quizás se siente más en frigoríficos, carnicerías, pero en el mercado todo lo que entra se vende, todo tiene destino, y nosotros hemos manejado entre 90.000 y 120.000 cabezas mensuales en los últimos meses, lo que es un volumen operable muy lógico dentro de las expectativas», sostuvo el director en diálogo con Xinhua. Una realidad disímil enfrentan muchas carnicerías radicadas en barrios de la capital argentina y de las provincias, que durante la primera mitad del año han afrontado un menor consumo, sobre todo en el primer trimestre, además de aumentos de costos de alquileres y tarifas. Es el caso de la carnicería «Tradición Argentina», ubicada en el barrio porteño de Caballito, donde se estima una caída de las ventas de al menos un 30 por ciento respecto a agosto de 2023, un retroceso que se vio con mayor fuerza durante los primeros tres meses del año, en coincidencia con la temporada de verano. El cajero en el local, Carlos Barbieri, indicó que hay una baja en la compra promedio de al menos un 30 por ciento y se muestran cambios en el comportamiento de los consumidores con compras más «del día a día» que para toda la semana o el mes. «Hemos tenido que economizar en gastos de bolsas, papelería. En la actualidad, estamos comprando un 30 por ciento menos de carne, pero posiblemente en las próximas semanas podamos recuperarnos», señaló Barbieri. Entre los distribuidores minoristas figuran además las populares parrillas, parte integral de la cultura gastronómica de Argentina, que frente al aumento de costos asociados a tarifas y menor poder adquisitivo también han tenido que recurrir a estrategias para mantener las ventas. Uno de los dueños de la parrilla «La Chancha y los Veinte», ubicada en el barrio capitalino de Villa Pueyrredón, Leandro Fiaschi, comentó que ante la «suba excesiva» de precios la estrategia «fue armar platos con márgenes superbajos, sin modificar la calidad que fue prioridad». «Estamos acostumbrados a servir platos grandes, que se podían compartir, y empezó el ‘boca a boca’ y se pudo lograr tener concurrencia con asado, con asado de cerdo, con cortes que son de parrilla», indicó Fiaschi. Entre los comensales, el consumo de carne en lugares especializados continúa siendo relevante pese al aumento de precios, además, por un tema cultural de encuentro con amigos y familia, razón por la cual optan por parrillas que ofrecen opciones para compartir con precios y calidad que se mantienen. «Elegimos esta parrilla, particularmente venimos a almorzar, trabajamos por acá cerca. La verdad, los precios son buenos, los van manteniendo y se nota que además no bajan la calidad», expresó el comensal Pablo Lagarza, quien señaló que «las porciones son muy grandes» y «muchas veces compartimos los platos». Por su parte, Leonardo Sicilino expresó que «cada tanto van subiendo los precios en general, tanto de la carne como de otros productos», por lo que la idea «es acomodarse (adaptarse) para poder seguir consumiendo». Fin

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