Por Li Jiaxu BEIJING, 9 sep (Xinhua) — Ante la campaña difamatoria orquestada por Estados Unidos de que China podría provocar una nueva dependencia en América Latina y el Caribe (ALC), mediante la supuesta «trampa de la deuda», académicos y funcionarios latinoamericanos consideraron que este argumento es falso, puesto que préstamos e inversiones chinas se alinean con los intereses de la región. Durante el primer Foro de Desarrollo China-ALC, organizado recientemente en Beijing por el Instituto de América Latina de la Academia China de Ciencias Sociales y el Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (SELA), un grupo de expertos chinos, latinoamericanos y caribeños analizaron los instrumentos y medidas para promover el desarrollo de alta calidad de la cooperación bilateral. TRAMPA RETÓRICA Acuñado en 2017, el término de la diplomacia basada en la trampa de la deuda describe una relación financiera internacional donde un país acreedor endeuda a otro con la intención de obtener concesiones económicas o políticas cuando el deudor incumple sus obligaciones de pago. A ojos de Pedro Barros, técnico de planificación e investigación del Instituto de Investigación Económica Aplicada de Brasil, esta narrativa es una trampa retórica occidental que refleja sus preocupaciones por el avance de la cooperación financiera entre China y ALC. Según la Base de Datos Financieros de China y Latinoamérica, elaborada por el Diálogo Interamericano y la Iniciativa de Gobernanza Económica Global (GEGI, según siglas en inglés), dependiente de la Universidad de Boston, las instituciones financieras de desarrollo de China han proporcionado unos 120.357 millones de dólares en financiamiento a la región entre 2005 y 2023. Incluso en 2010, los préstamos concedidos por la banca china fueron aproximadamente la suma de todos los otorgados por el Banco Mundial (BM), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco de Exportaciones e Importaciones de Estados Unidos, de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Esta cooperación financiera puso en alerta a Estados Unidos, el principal acreedor de la región ALC, que acusó a China de practicar una diplomacia basada en la «trampa de la deuda». Para Yue Yunxia, subdirectora general del Instituto de América Latina de la Academia China de Ciencias Sociales, si bien los préstamos chinos han aumentado significativamente en las últimas dos décadas, todavía están lejos de representar un riesgo y provocar un colapso en los países endeudados de la región. Según los últimos datos del BM, en 2022, la deuda bilateral con China representó solamente un 0,7 por ciento del total acumulado por la región. En Ecuador, Brasil y Argentina, principales países receptores de financiación china, los porcentajes fueron un 6,8, 0,6 y 1,2 por ciento, respectivamente. De acuerdo con un informe de la Universidad de Boston publicado en 2023, el Gobierno estadounidense debería evitar usar el término de la diplomacia basada en la «trampa de la deuda», dado que presenta «problemas conceptuales» y «carece de base empírica». Los préstamos externos de China fueron definidos por el informe como «capital paciente», que ha brindado más opciones de financiamiento a los países en desarrollo, incluidos los latinoamericanos y caribeños, para superar los cuellos de botella en infraestructuras y liberar potencial de crecimiento de los países deudores a través del comercio y el transporte. HISTORIA AMARGA Al calificar de «hipócrita» la acusación occidental a China, Gerardo Torres, vicecanciller de la Secretaría de Relaciones Exteriores de Honduras y subsecretario de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe, insistió en que los países occidentales no tienen autoridad moral para sacar el tema de la «trampa de la deuda», al ser además los principales acreedores de ALC. Durante la década de 1980, Estados Unidos ajustó bruscamente su política monetaria tras años de flexibilización cuantitativa, provocando una crisis de deuda en ALC, que primero explotó en México y después se extendió por 18 países de la región. Como consecuencia de aquello, la región sufrió una «década perdida», al retroceder su PIB per cápita del 121 al 98 por ciento sobre el promedio mundial, mientras que la pobreza avanzó del 40,5 al 48,3 por ciento entre 1980 y 1990. «Los países occidentales han sido históricamente acreedores de deudas multimillonarias, quienes imponen su criterio mediante la presión financiera, con préstamos que nunca llevaron al desarrollo de los pueblos», señaló el diplomático hondureño. En 1989, Estados Unidos impuso a los países latinoamericanos sus recetas neoliberales con el denominado «Consenso de Washington», como las condiciones de acceso a créditos del FMI, el BM y otras instituciones financieras multilaterales para intentar superar la crisis de deuda. Entre las medidas más radicales destacaron la privatización de las empresas estatales, la desregulación estatal y la liberalización de los mercados financieros, que al principio mejoraron la situación económica en varios países de la región, si bien finalmente provocaron sucesivas crisis financieras como la de México (1994-1995), Brasil (1998-1999) y Argentina (2001-2002). Barros recordó que, durante muchas décadas, los países occidentales cometieron errores y abusos en materia de financiación a la región ALC, debilitando su democracia, institucionalidad y las posibilidades de desarrollo en la región, y ahora creen que «países como China cometerán los mismos errores». «Sin embargo, los abusos del pasado no fueron causados por los instrumentos de financiación, sino por la mentalidad colonial que prevaleció durante siglos. La cooperación financiera con China es distinta», comentó el economista brasileño. NUEVO HORIZONTE En opinión de Barros, la presencia china en América Latina y África refleja la insuficiencia de las herramientas financieras tradicionales para proporcionar el crédito necesario a los países con necesidades urgentes de desarrollo. Según las estadísticas de la organización Diálogo Interamericano, China ha otorgado préstamos bilaterales a 18 países de ALC, destinados a proyectos de infraestructura y otros sectores. «Por ejemplo, Ecuador enfrentó un problema de dependencia energética hace unos 15 años, pero logró reducir significativamente esta dependencia a través de la construcción de centrales hidroeléctricas, muchas de las cuales recibieron financiación de China», agregó el técnico brasileño. A su vez, Yue resaltó la incondicionalidad de los préstamos chinos, que refleja el nuevo enfoque de la cooperación Sur-Sur. «A diferencia de los préstamos occidentales, que exigen a los países de ALC realizar reformas políticas, económicas y sociales según el paradigma occidental, profundizando así la dependencia de la región; los préstamos chinos, sin imponer condiciones políticas, se centran en una cooperación económica basada en intereses comunes de desarrollo», afirmó la investigadora china. Gonzalo Gutiérrez, secretario general de la Comunidad Andina y exministro de Relaciones Exteriores de Perú, contó además que China está invirtiendo en ALC no solo mediante préstamos, sino también con inversiones directas. «Y eso es importante porque genera empleo, desarrollo y una mejor complementariedad», apostilló. Según el informe titulado «Monitor de la infraestructura china en América Latina y el Caribe 2024», publicado en julio por la Red Académica de América Latina y el Caribe sobre China, entre 2005 y 2023, el país asiático ha ejecutado un total de 268 proyectos de infraestructuras por un monto de 112.817 millones de dólares, generando 777.743 empleos en toda la región. Por último, Osvaldo Rosales, consultor del SELA, reiteró que la inversión directa desde China puede ofrecer mejores oportunidades de desarrollo a ALC, aliviando la carga histórica de la deuda mientras se promueve un crecimiento más sostenible. Fin