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ESPECIAL: Renacer de medusas, soplo de esperanza para gran laguna litoral española asfixiada por vertidos residuales

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Jul 8, 2024

MADRID, 6 jul (Xinhua) — La proliferación este verano de las llamadas medusas «huevo frito» en el Mar Menor, una de las mayores lagunas saladas de Europa, es un primer indicador, según los expertos, de la recuperación de un ecosistema único colapsado por el vertido reiterado de aguas residuales contaminadas. Con 135 kilómetros cuadrados, esta albufera a orillas de la turística costa mediterránea española, ha vivido desde 2016 varios episodios de anoxia (falta de oxígeno) debido a la contaminación de las aguas por fertilizantes y nitratos. «Llegó un momento en que las condiciones del agua fueron tan malas que hubo una caída brutal del oxígeno y el Mar Menor se quedó prácticamente como una cloaca, era incluso de color verde», dijo Josep María Gili, biólogo marino del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en declaraciones a Xinhua. La polución, de hecho, acabó con la vida de miles de peces y crustáceos, y dejó al borde de la extinción a especies como el caballito de mar, según alertaron expertos y organizaciones como el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés). Sin embargo, en los dos últimos veranos y tras las medidas públicas adoptadas, el nacimiento de gran cantidad de medusas «Cotylorizas tuberculatas» es síntoma de una mejora en las condiciones del agua. «Estas medusas han estado siempre en el Mar Menor y forman parte de un gran grupo de especies de medusas costeras que en su ciclo de vida pasan una fase en forma de pólipo, el cual vive en el fondo marino, sobre todo en sustratos rocosos», relató Gili, que trabaja en el Instituto de Ciencias del Mar del CSIC. Cuando llega el verano, «la especie recibe la señal de que hay que reproducirse sexualmente y cada pólipo genera por gemación decenas de medusas que van creciendo hasta alcanzar el tamaño reproductor, de 10 a 15 centímetros de diámetro». Cual «mariposas de agua», tras reproducirse se mueren y van a parar al fondo marino, donde «se convierten en alimento fundamental para muchísimas especies de cangrejos o de peces porque son una fuente muy importante de proteína, de colágeno y de agua». Ese es el ciclo de vida en condiciones normales y las aguas limpias, pero con la contaminación de la laguna los pólipos probablemente se enquistaron: «Se cierran, casi no comen nada, casi no respiran, y si ningún depredador se los come son casi inmortales». En estos dos últimos años, sin embargo, «las condiciones del Mar Menor aparentemente han mejorado lo mínimo posible para que esos pólipos se vuelvan a activar y generen nuevas medusas», continuó Gili. También el Comité de Asesoramiento Científico del Mar Menor se congratuló por la noticia y su portavoz, Emilio María Dolores, concretó en un reportaje de la televisión pública el papel esencial de este tipo de medusas para el ecosistema. En cuanto a la convivencia con los bañistas, que no siempre ven con buenos ojos a las medusas, el comité avaló la instalación de redes antimedusas solo «en situaciones muy excepcionales y bajo unas recomendaciones de mantenimiento muy exhaustivas que permitan garantizar el equilibrio del ecosistema». «Hay que convivir con ellas, pican pero son las que menos pican del Mediterráneo. Los pescadores las pueden sacar con pequeñas redes y aconsejo que no las tiren a la basura fuera sino que las hundan en la laguna porque son alimento para otras especies», subrayó Gili al respecto. Aunque «a veces nos molestan al ir a la playa, son necesarias para el ecosistema», remachó el biólogo, y subrayó que hace más de 500 millones de años que las medusas han sobrevivido sin apenas cambios, en un paradigma único de adaptación y resistencia. El estado crítico de la laguna hizo que el Parlamento español aprobase en 2022, tras una iniciativa legislativa ciudadana, una ley que convirtió al Mar Menor en el primer ecosistema de Europa con personalidad jurídica propia, al igual que las personas y las empresas. Hasta esa fecha existían casos similares en países como Ecuador, que en su Constitución reconoce la naturaleza como sujeto de derecho, y Colombia, donde se reconoce esta personalidad jurídica a algunos ríos, el Cocora entre ellos, y otros ecosistemas. Fin

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